San José B. Cottolengo y la Casita de la Divina Providencia
Giuseppe Cottolengo nació en Bra (CN) el 3 de mayo de 1786. De su familia de clase media recibió una educación profundamente cristiana. Fue ordenado sacerdote en 1811 y ejerció su ministerio como canónigo en la iglesia del Corpus Domini de Turín. Alrededor de los 40 años experimentó un momento de crisis: no cuestionaba su sacerdocio, pero buscaba algo más significativo para su vida sacerdotal. El punto de inflexión decisivo llegó en 1827. El 2 de septiembre por la noche le llamaron para que asistiera a Giovanna Maria Gonnet, una mujer embarazada con tuberculosis, que estaba de paso en Turín y había sido rechazada por los hospitales de la ciudad. Cottolengo no pudo hacer más que administrar los sacramentos a la moribunda y al pequeño bebé, que sólo vivió unos minutos. La desesperación del marido y los hijos de la mujer conmovió profundamente al padre Joseph. Arrodillado en oración ante el cuadro de la Virgen María, Nuestra Señora de las Gracias, se sintió inspirado por la Divina Providencia para crear una obra de caridad que acogiera a los pobres rechazados por otras instituciones. El 17 de enero de 1828, con la ayuda de algunos laicos y benefactores, puso en marcha el “Depósito de la Bóveda Roja”, situado en la calle Palazzo di Città. En el verano de 1830, con la ayuda de la madre Marianna Nasi, puso en marcha la comunidad de las Hermanas. En octubre de 1831, una epidemia de cólera obligó a las autoridades a cerrar el “Depósito”. El 27 de abril de 1832 reanudó su fundación en Borgo Dora, todavía hoy sede de la Piccola Casa della Dina Provvidenza, bajo los auspicios de San Vicente de Paúl y reconocida oficialmente por el rey Carlos Alberto el 27 de agosto de 1833. En esta obra de la Divina Providencia, Cottolengo involucró a muchos colaboradores y voluntarios. También dio origen a varias familias religiosas: las Hermanas de Vida Apostólica y de Vida Contemplativa, los Hermanos y los Sacerdotes, que aún hoy siguen conservando, encarnando y desarrollando en el tiempo el ideal de vida del Santo Fundador en fidelidad creativa a su carisma, unidos en comunión fraterna y en armonía con la Iglesia.